Sexo y evolución
Sexo y evolución
El enigma de la muerte se encuentra conectado con el enigma del nacimiento, el enigma de la desaparición con el enigma del origen. El enigma del nacimiento o del origen está conectado con el enigma del amor, con el enigma del sexo, es decir, de la división de los sexos y su atracción recíproca.
Un hombre muere, y durante su agonía, sus últimos instantes y realizaciones, sus últimas sensaciones y sus últimas penas se encuentran conectados con las sensaciones del amor que da origen a un nuevo nacimiento. ¿Qué es lo que precede y qué es lo que sigue? Todo esto debe ser simultáneo. Entonces el alma se sumerge en el sueño y luego despierta en el mismo mundo, en la misma casa, con los mismos padres. ¿Qué sucede en el momento en que, según la vieja alegoría, la serpiente muerde su propia cola, y la agonía de la muerte de una vida se pone en contacto con las sensaciones de amor que dan comienzo a una nueva vida?
En la idea de la interrelación del amor y la muerte puede encontrarse la explicación de muchos de los fenómenos incomprensibles de nuestra vida. Muchas alegorías de las doctrinas antiguas, que son oscuras para nosotros, pueden referirse a la misma idea: por ejemplo, la relación entre la muerte y la resurrección en los Misterios, la idea de la muerte mística y el nacimiento místico, etc. En las doctrinas y cultos antiguos las palabras “muerte” y “nacimiento” contenían algún extraño enigma. Estas palabras no tienen un solo significado sino varios. Algunas veces “nacimiento” significaba muerte, y otras, “muerte” significaba nacimiento. La idea contiene ambos significados.
Desde el punto de vista del eterno retorno, la muerte, esto es, el fin de una vida, es nacimiento, comienzo de otra vida. El segundo significado, mucho más complejo, es que la muerte en nuestro plano puede ser nacimiento en algún otro plano de ser, un plano “sobrehumano”. Pero aquí es necesario proceder muy cuidadosamente para evitar la comprensión “espiritista” de la muerte como nacimiento, y el nacimiento como muerte, en que la muerte física es considerada como nacimiento en el plano “astral” –en el mundo de los espíritus– y la muerte en el mundo de los espíritus es considerada como nacimiento en nuestro plano, mientras que al mismo tiempo un “espíritu” se diferencia muy poco del hombre, o incluso directamente no se diferencia en sus características internas.