Espiritualidad práctica en la vida cotidiana
1) Principios básicos
Existen algunos libros antiguos –y otros modernos– que llevan el título genérico de “el médico en casa” o algo similar. Allí se encuentran clasificados síntomas tales como: "Estómago: dolor en; sensación de…", etc., y remiten a una página en la que se consigna el remedio, generalmente en dosis como para la resistencia física de marineros y herreros. Se trata de compilaciones incompletas que probablemente hayan aumentado en forma considerable la mortalidad por operaciones demoradas y cánceres no reconocidos a tiempo. Me propongo no cometer el mismo error en esta obra, por eso le pido al lector el esfuerzo y la atención suficiente para captar ciertos principios básicos, de modo que pueda llegar, como primera medida al diagnóstico, y luego, a la aplicación con inteligencia de los métodos ocultos.
Para empezar hay que comprender que el plano material, tal como lo vemos, es el resultado final de una larga cadena de procesos evolutivos que tuvieron lugar en los planos sutiles; en el reino del espíritu, de la mente y del éter astral. Por lo tanto, cada problema que encontramos en el plano físico tiene una especie de “alma” compuesta por los factores de cada uno de esos niveles de manifestación. Es importante comprenderlo, ya que cada problema es compuesto, hay que determinar la proporción relativa de los diferentes factores que lo integran y discernir cuál es el nivel en el que la perturbación tiene su raíz o núcleo. Es inútil tratar el problema por medio del simple exorcismo astral si su raíz se encuentra en algún factor espiritual oculto en lo profundo del alma.
Conviene recordar siempre que cada plano tiene sus propias leyes particulares que no pueden ser alteradas por poder alguno por grande que éste sea, sólo pueden ser redirigidas y utilizadas. Pero como cada plano es producido y dirigido por el superior, el modo en que sus energías y mecanismos pueden ser dirigidos es mayor de lo que suele imaginarse. Sin embargo, hay límites bien definidos que deben ser aceptados. Por eso fracasa tan a menudo la curación espiritual, porque casi nunca admite limitaciones a lo que llama el "poder de Dios", que, con frecuencia, sólo implica el deseo del paciente por verse libre de sus sufrimientos.
Por otro lado, debemos comprender que hay muchas fuerzas y diversas formas de existencia que no descienden a planos tan inferiores como el físico, pueden por ejemplo tener un aspecto espiritual y mental, o espiritual, mental y etérico astral, pero no forma física. Si sabemos cómo podremos extender esas fuerzas haciéndolas descender por los planos y darles expresión en lo físico. Esto no significa que haremos milagros y materializaciones, porque en la mayoría de los casos el vehículo de la manifestación será la mente del operador y por lo tanto, la operación parecerá manifestarse de modo natural con una coincidencia de factores felices. Sólo el poder sistematizado que ordena esos "factores felices" demuestra que ciertas y determinadas operaciones están siendo ejecutadas.
Cabe destacar, sin embargo, que es necesario seguir determinado criterio respecto del uso de estos métodos; no deben ni pueden utilizarse de manera rutinaria para eliminar cualquier incomodidad mental, corporal, anímica o simplemente para realizar los deseos contrariados.